sábado, 3 de septiembre de 2011

Capítulo 3. DD y su deseo intenso de olvidar

Hace mucho tiempo en Ciudad Empatía, vivía un niño llamado Zaron. Como cualquier otro infante, gustaba de jugar al aire libre, chapotear en los ríos y observar el largo vuelo de las aves al perderse en el horizonte.

Pues sí, Zaron, parecía un niño normal. Con la única diferencia de que no tenía amigos. Desde que tenía uso de razón, siempre había sido marginado por los demás niños. Los adultos lo miraban con indiferencia y cuando necesitaba comprar algo, se lo vendían de mala gana.

Para alguien tan pequeño, comprender ese tipo de conductas era difícil. En sus adentros pensaba que había hecho mal, para que los demás no lo quisieran. En su cumpleaños número 8, los únicos invitados fueron él y Rayna: su madre. El padre de Zaron había partido desde el día que él nació y nunca jamás se le volvió a ver.

 Decían que el odio hacia el niño era por culpa del padre. Los rumores mencionaban que Zon, el padre de Zaron, había traicionado al pueblo al ser el autor de 15 asesinatos como precio pagado para el renacimiento del Jugador de la Oscuridad. Se decía que el niño tenía en sus venas la misma sangre malévola del progenitor y que el día en que esa maldad despertara dentro de él, el pueblo se sumiría en caos.

No obstante, el mismo miedo hacia Zaron y su despertar al mal, fue la causa para que nadie tratase matarlo. Así, los viejos del pueblo encargaron a su madre la responsabilidad de cuidar de él, pero sobre todo, el deber de matarlo ante la menor señal de oscuridad en el niño.

Muy entrada la noche, mientras dormía, una visita inesperada llegó. El cotidiano estupor nocturno, cedió súbitamente a un frío intenso. Y una densa niebla se coló por la ventana de la habitación. Zaron se despertó temblando y fue allí, cuando observó en el rincón más oscuro de su cuarto, una figura indescifrable cuyos ojos resplandecían de entre las sombras.

Nervioso y al borde del llanto, comenzó a gritar. Y justo allí, fue cuando la silueta terrorífica fue revelando su verdadera forma.

-         A que le temes Zaron?- dijo el ser. No me reconoces?...oh si, olvidaba que nunca me has visto. Pero, no me sientes?... no percibes dentro de ti, el mismo fuego que abunda en mí?.

-         No sé quién eres demonio-. Mamá ven ayúdame-gritó-

-         -Ella no te responderá- replicó él con una sonrisa malvada- Además, creo que no querrá interrumpir esta preciada reunión entre padre e hijo, verdad?

-         No puede ser… tú no eres mi papá. El hace mucho se fue y me dejó solo. Nadie me quiere aquí y él nunca me protegió. Y también si lo eres vete, tú eres malo, nunca me quisiste- contestó llorando y con rabia el niño-

-         Mi pobre Zaron- exclamó con malicia- Tanto daño te han hecho?. Desearías olvidar todo y no sentir ese dolor dentro de ti?. Sabes, el querer se demuestra de diferentes formas y por eso vine…para liberarte de tu sufrimiento, y todo, porque te quiero.

-         Cállate, tú no sabes nada- Déjame solo, nunca podrás sentir lo que yo viví. Lárgate…

-         No me crees, ah? - Entonces te lo demostraré…


Zon salió por fin de las penumbras. Vestía un hábito café inmenso con capucha similar a la de un monje. Esta vez, sus ojos no se veían porque su mirada se dirigía al suelo, sin embargo, caminaba sin complicaciones. Se acercaba lentamente a Zaron, quien estaba inmóvil y aterrorizado, ante aquella figura que destilaba maldad.

De sus mangas se fueron revelando unas garras con largas y delgadas uñas similares a agujas. Tomó los brazos del niño e inyectó sus agujas en ellos. Al instante, la mente de Zaron comenzó a divagar. Los recuerdos de toda su infancia circularon por su mente de forma volátil y al cabo de un rato desaparecieron por completo todos las imágenes malas, pero las buenas también. Su cerebro era ahora una mente vacía sin memorias, sin daños, pero también sin afectos.

-Viste como ya no sientes dolor, mi querido Zaron?- le preguntó con una sonrisa irónica-. Todo lo hice porque te quiero. Ahora, tú debes devolverle el favor a tu amado padre. Te voy a llevar de paseo donde un amigo. Seguro te encantará…pero antes, debemos de visitar a todos tus amigos del pueblo.

Casa por casa, deambularon padre e hijo, en aquel peregrinar de Zon que inyectaba sus garras en aquellos desdichados vecinos quienes caían inertes al piso. Mientras su pequeño miraba sin sentimientos y sin emoción aquellas aterradoras escenas, en las cuales quienes una vez lo marginaron ahora pedían su ayuda.

Después de finalizado el recorrido, su padre lo tomó en brazos y lo cubrió con su hábito, cuando de pronto, cayó dormido. Al despertar, yacía al pie de un frondoso árbol, mientras su padre lo observaba de pie, al lado de un hombre muy alto, de largos cabellos negros que le cubrían el rostro, quien vestía una túnica igualmente negra.

-El será mejor que yo-le dijo Zon al desconocido- Llegará a lugares donde nunca he estado y el sufrimiento de todos estos años, sin duda, lo ayudará.

- Lo inyectaste?-

-Sí, pero en su caso la sustancia que usé fue diferente a las demás- Esta borró completamente lo bueno, pero lo malo pronto volverá. Su mente albergará todo el odio y frustración acumulados, y la única forma momentánea que tendrá para olvidar es inyectar su droga en los demás. Tú sabes cuan adictiva es la esencia que corre por mis venas. Con solo la primera inyección, volverán por más, con tal de poder olvidar sus penas. Se volverán criaturas sin felicidad, sedientas solo por más droga para borrar todo su dolor.

-         Sabía que contigo no me equivocaría Zon-
-         Te lo dije- le respondió. Ahora podré seguir mi camino contigo, Maestro de la Oscuridad, debemos continuar que quedan muchos servidores por reclutar.
-         Haz que tu hijo ponga sus manos en el árbol entonces-
-         Sí, maestro-

Zon levantó a Zaron y puso sus manos en el tronco del árbol. Mientras tanto, el hombre misterioso proclamaba unas extrañas oraciones en una lengua desconocida. Todo el lugar se rodeó de una espesa neblina roja y de pronto comenzó a llover fuertemente. Los truenos y rayos surcaron el cielo y uno de ellos cayó sobre el árbol que tocaba el niño. Su cuerpo se empezó a estremecer y de pronto de sus manos surgieron dos garras con uñas como alfileres, similares a las de su padre. Cuando terminaron de aparecer por completo, la tormenta acabó, al igual que la neblina y un aire congelado invadió el lugar.

-Está hecho- dijo sonriente Zon-. Ahora querido hijo, te convertirás en un Drug Dealer
(Narcotraficante en español), inyectarás tu droga a todo aquel que desee olvidar y así tú mismo podrás olvidar también. Será tu salvación y tú desdicha a la vez.

-Drug Dealer?-dijo el niño con su mirada perdida.

-Así es, pequeño- le dijo el Maestro de la Oscuridad- mientras se acercaba a él. O si quieres puedes llamarle un DD. Toma te daré esto.

El hombre puso su mano sobre la cabeza de Zaron, implantando en ella recuerdos inventados, como su nombre y haciéndole creer que él era su salvador y por ende, su mentor y maestro.

-Ahora mi pequeño DD- he de dejarte por un tiempo, ya sabes que debes hacer y como puedes aliviar tú dolor-

-         Sí, Maestro-

Así, emprendieron su camino Zon y aquel hombre, al cual le llamaban Maestro. Aquel que decían que Zon había despertado, el temible Jugador de la Oscuridad. Mientras, aquel niño que tanto sufrió en la vida y que tanto deseó olvidar, ahora se convertía en un ser oscuro que llevaría más desdicha a aquellas almas que como él, nunca encontraron la verdadera felicidad.



Amaneció Ciudad Empatía ese día con un aire de desolación. Ya nadie recordaba su vida después de la noche anterior, ni tampoco a aquel niño que tanto odiaban, aquel pequeño llamado Zaron…

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