martes, 16 de agosto de 2011

Capítulo 1. La primera edad


La primera edad

Nadie sabe como llegó al mundo. Tal vez como una gota de agua al caer en una tarde nublada. Así tal vez vino Hefestión.
No sabía por qué había nacido ni cuando iba a morir, pero una voz interna le decía que su muerte sería el día en que su corazón no quisiera vivir.
El mundo al cual había llegado le pareció fascinante al principio, pero al cabo de unas horas lo aburrió por completo. Tenía esa gran maldición de que todo le encantaba al inicio y después inesperadamente lo aburría. Así, quiso ir a conocer el resto del mundo que veía al horizonte y partió con la esperanza de encontrar un lugar hermoso al cual pertenecer.

La tierra de su creador era inmensa, y sobre ella, se trazaban tantos caminos que al encontrarse en la encrucijada de cual elegir, optó por tomar el más largo el cual por más que se mirase parecía nunca tener fin.

No tenía idea porque había llegado al mundo de su padre o porqué él lo envió allí, no obstante, entendía que su estadía no era eterna y que la misión que por el momento desconocía que tenía, le sería revelada conforme sus pasos avanzaran.

Y fue así como Hefestión partió por aquel camino, que tenía como titulo Contradicción, y llamó a ese su primer día de viaje, el día de la primera edad de Hefestión, en alusión a que este sería el comienzo del aprendizaje que lo llevaría a descifrar su misión en la tierra del creador.


El camino de Contradicción era sumamente curioso. Los árboles tenían sus raíces como ramas y las ramas eran sus raíces. Las papas salían de las ramas-raíces y las naranjas sobresalían apenas por fuera de la tierra. Los peces volaban, las palomas nadaban debajo del agua y los gatos perseguían a los temerosos perros.

En Contradicción abundaba la vida, pero no había seres como Hefestión. No había nadie con quien hablar o ser semejante a él, por lo que al cabo de unas horas la curiosidad se transformó en aburrimiento. Decidió entonces sentarse a comer manzanas, y arrancándolas de la tierra, se comió dos. Mientras comía, solo se escuchaba el viento soplar, sin embargo, al cabo de unos minutos, se percibía a lo lejos, unos gritos chillones que lo hicieron mirar.

Dos figuras en el camino, de pronto  comenzaron a resaltar. Eran un joven alto y flacuchento y una joven pequeña que no se dejaba de quejar. Discutían por el camino equivocado que el hombre decidió tomar, ya que todo lo que miraban era fuera de lo normal.

Entonces tuvo la idea Hefestión de ocultarse para averiguar el destino de aquellos dos viajeros y si eran personas de fiar. A medida que se acercaban, la mujer se quejaba más porque su acompañante insistía en que no había equivocado el camino. Aquel espectáculo al inicio le pareció divertido, pero como todo le solía aburrir, al cabo de un rato, decidió salir de su escondite y ayudar a aquellos jóvenes a encontrar una solución.

Los dos se sorprendieron al ver a aquel desconocido erguiéndose de entre los arbustos y acto seguido siguió quejándose la mujer que por culpa de su acompañante, los iba a atacar un bandido.

Terco y Quejumbrosa, así los voy a llamar- exclamó Hefestión -. No entendía porque el hombre era tan insistente en lo que decía, ni tampoco porque a la mujer todo le parecía mal que necesitaba quejarse de ello.

Así pues, les sugirió calmarse a ambos y que le contaran donde se dirigían.
Queremos ambos llegar al camino Entendimiento, pero al parecer Terco se equivocó y como insiste tanto que es el correcto, cada vez siento que estamos peor- le contó la joven.

Entonces no comprendo, como si este hombre es tan terco y ud que es tan quejosa decidieran viajar juntos- replicó Hefestión.

Nosotros no emprendimos ningún viaje juntos. Le voy a relatar como el destino me unió con esta mujer que no se para de quejar- dijo Terco. 

Yo vivo en Incandescente que es un pueblo muy al Norte de acá. Mi padre es el Alcalde y mi madre la Maestra, mi hermano el Doctor y mi hermana la Diseñadora, y yo pues soy el Comerciante Principal, no obstante, nadie en el pueblo me comprende porque dicen que no dejo de replicar y que insisto mucho en todo y que no paro de preguntar. Mis padres decidieron que la única forma de cambiar es ir a Entendimiento para que me puedan ayudar. No sé que habrá allá, ni quienes habitarán, pero mi padre tiene un libro que dice que todos los problemas en ese lugar se resolverán.

Pues si me permiten hablar- se quejó la mujer- yo tampoco este viaje con él quise llevar. Yo vivo en Villa Naranja y mi padre es dueño de todas las casas del lugar. A los del pueblo les alquila y asi mucho dinero podemos gastar. Pero me enamoré de un muchacho que mi madre no quiere aceptar y como es más quejosa que yo, no me deja que me case con él. Ella siempre habla que no la puedo comprender, por lo que una vez me dijo que si iba a Entendimiento mas claras las cosas las podía ver.

Pero aún no me han contado como se llegaron a conocer- replicó Hefestión. Eso precisamente iba a narrar, antes que la señorita se empezara a quejar- contestó Terco. El mundo del Creador tiene muchos caminos riesgosos y para llegar a Entendimiento se necesita atravesar los más peligrosos. A ella me la encontré, en el camino Duda, después que su novio la abandonara por quejumbrosa, porque se enteró que quería ir a Entendimiento para comprender las razones de su madre para no querer que se case con él y no para buscar que su madre lo acepte.

Esa no es la verdad- dijo con lágrimas ella. Simplemente quería ir para descubrir que debo hacer y entender cual es la mejor decisión que puedo tomar. Tal vez allá, tierra donde los imposibles se cumplen, yerno y suegra se puedan tolerar. Yo solo espero que tanto mi mamá como él, puedan comprender la decisión difícil que me hacen llevar. Espero que este viaje me dé esa luz que necesita mi mente y mi corazón para la felicidad alcanzar.  Este camino es muy solitario y Terco y yo vamos en la misma dirección, desde que salimos de Duda a excepción de ud, a ningún ser pudimos encontrar.

Después de pensar un buen rato y escuchar las historias de Terco y Quejumbrosa, se preguntó Hefestión si su misión era guiar a aquellos jóvenes a Entendimiento. Meditó bastante y reflexionó y al final decidió acompañar a los dos viajeros en la ruta a aquella tierra que parecía tan bendecida por el Creador. Recordó en su mente una frase que decía que todos los caminos llevan al Entendimiento, así que no importaba si el camino era largo o corto, al final siempre se llegaría ahí, por lo que instó a los otros dos a seguirlo y continuar el viaje.

Al cabo de unas horas, se encontraron con un gran río que impedía el paso al otro lado del camino, por lo que Hefestión ideó construir una balsa con troncos, ramas y lianas del bosque para poder cruzar. Le encomendó a Terco el amarrar las lianas a los troncos y a Quejumbrosa el recogerlas. No obstante, todo fue caos, ya que Terco preguntaba insistentemente  como debía de amarrar las lianas para que los troncos no se aflojaran y también que después que Hefestión le indicaba como hacerlo, él no lo hacía por miedo a que no fuese asi y replicaba otra forma de realizarlo. Por su parte, Quejumbrosa se quejaba de la insistencia de Terco y que por tener tantas dudas de cómo amarrar las lianas la balsa se fuese a hundir.
Que misión tan difícil tenía Hefestión, que debía encontrar como personalidades tan dispares pudiesen ayudarse y colaborar para poder cruzar el río. Pensó en que los defectos de una persona pueden volverse una herramienta útil si se saben aplicar y decidió entonces atar con Quejumbrosa las lianas a los troncos, ya que era tan perfeccionista y envió a Terco a recoger las lianas. Y si bien tal combinación no fue del todo exitosa, porque la mujer se quejaba de que Terco no pudo atar las lianas bien y que ella debió hacerlo y que Terco insistía en que el atar con lianas los troncos no iba a ser suficiente para la balsa, sirvió para que pudieran cruzar el río.

Al retomar el camino, se divisaba a lo lejos una intersección que se dividía en dos: Conformismo era uno y Sacrificio el otro. Llegando justamente al punto donde se debía escoger que camino tomar, se disparó una risa de entre los árboles que exclamaba: El camino Sacrificio es el más divertido. Acto seguido, apareció una joven de estatura mediana, con dos largas colas en su denso cabello negro y que con una sonrisa pícara les instó a que la siguieran dentro del camino Sacrificio.

-Vamos, es divertido- les dijo ella con una sonrisa- Y todos la siguieron.

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